(Describiendo a un capitán de barco)
[…] No le perdonaba a Napoleón que hubiese obligado al rey de España a abdicar al trono y colocase en su lugar a su hermano, José Bonaparte, a quien el pueblo había apodado Pepe Botella.
- Toda tiranía es abominable, joven – concluyó el capitán -. Napoleón es un tirano. ¿De qué sirvió la revolución si el rey fue emplazado por el emperador? Los países deben ser gobernados por un consejo de hombres ilustrados, responsables de sus acciones ante el pueblo.
- La autoridad de los reyes es de origen divino, capitán – alegó débilmente Diego, repitiendo palabras de su padre, sin entender bien lo que decía.
- ¿Quién lo asegura? Que yo sepa, joven De
- Según las sagradas escrituras…
- ¿Las ha leído? –lo interrumpió, enfádico, Santiago de León-. En ninguna parte dicen las Sagradas Escrituras que los Borbones deban reinar en España o Napoleón en Francia. Además, las Sagradas Escrituras nada tienen de Sagradas, fueron escritas por hombres y no por Dios.
Era de noche y ellos paseaban sobre el puente. El mar estaba calmo y entre los crujidos eternos de la nave se escuchaba con nitidez alucinante la flauta de Bernardo buscando a Rayo en
- ¿Crees que Dios existe? – le preguntó el capitán.
- ¡Por supuesto, capitán!
Santiago de León señaló con un amplio gesto el oscuro firmamento salpicado de constelaciones.
- Si Dios existe, seguramente no se interesa en designar los reyes de cada astro celestial… - dijo.
Diego de
Siempre habrá hombres que luchen por sus ideales, siempre habrá ideales que luchen por los hombres.
1 comentario:
muy interesante tramo del texto de isabel allende.
tambien uy interesante tu objecion: "habra ideales que luchen por los hombres"
me ha gustado cuand me termine mi ensayo de la ceguera me dejas otro libro de los tuyos??? gracias por hacerme dia a dia mas culta demencial.
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