domingo, abril 15, 2007

Perfumes

Después de una semana intensa vuelvo a escribir mi columna dominical. Las prácticas de la universidad y las salidas nocturnas con los compañeros no me han dejado tiempo para escribir aunque sí he estado pendiente y he contestado agradecido a la mayoría de vuestros comentarios que, afortunadamente, han sido bastantes.

Después de levantarme y ducharme para quitarme el olor a tabaco, sudor y alcohol, me puse a ojear El País en cuya contraportada hacían una aburrida entrevista a un aburrido y multimillonario perfumista. La entrevista no la leí, no contenía nada interesante, pero en ese momento evoqué el olor de “El Perfume”, un libro del alemán Patrick Süskind, llevado a la gran pantalla el año pasado y que os recomiendo que leais.

Sentado en el sofá, mojando una chuleta de cerdo en leche, me preguntaba si existía un olor perfecto, un olor embriagador, dulce, evocador, capaz de traspasar a cualquier ser humano y transmitir un aroma puro, casto y divino. ¿Cuál es el olor perfecto? Supongo que cada uno lo llamaría de forma diferente: rosa, anís, almizcle, piel, sueños, ojos...

Hemos conseguido encarcelar muchos de estos aromas en pequeños frascos de cristal pero hay muchos que se nos escapan. Seguro que hay olores que ni podemos percibir, seguro que existe un olor que provoca la muerte, otro que cura enfermedades y otro, el más brillante y deseado de todos, que detiene el tiempo de quien lo inhala y provocándole un tiempo infinito de vida eterna.

No estoy loco, sólo soy un demente apestoso cuyo perfume intenta que la pituitaria de quien lo huela aprecie el valor de la razón y elimine de una vez por todas, el perfume contaminado que la sociedad enloquecida nos impregna.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hacia mucho que no escribias un texto tan emotivo y bonito, con lo bien que se te dan... y lo sabes. me a encantado de verdad.
para mi el perfume perfecto es aquel que nadie sepa olerlo, que nadie sepa que existe aquel que solo es mio, unico, que oli por primera vez hace unos 2 años y que aun hoy queda mucho en mi nariz.
besos